De no creerse...

A pesar de que la temática original de esta vacilada era el deporte, como su propio nombre lo sugiere, me tomaré la libertad de contarles una anécdota, la cual viví hace unas horas en la impredecible Ciudad de México.
Regresaba de un viaje exprés a Puebla, e iba en el metro con dirección a mi casa. Ahí estaba tranquilamente oyendo una buena rola de Yann Tiersen, cuando de repente vi algo que captó mi atención por completo y me dejó atónito, pasmado, estupefacto, absorto, turulato, boquiabierto, patidifuso, etc. (Ok, utilicé los sinónimos de Word, pero sólo para los últimos 2).
Antes de llegar a lo acaecido, figúrense lo siguiente. Piensen en Niurka con prendas de más de 10 cm. Visualicen a Lionel Messi con la camiseta del Real Madrid. Imagínense a Chabelo con una stripper en sus piernas (podría ser la misma Niurka). ¿No verdad? Son cosas que simplemente no pasan. Pues bueno, hoy vi una cosa que debería pertenecer a ese grupo, pero que por falta de neuronas del protagonista, se exentó de la lista y ocurrió.
Sentado al lado de una mujer de tez blanca, (bastante más atractiva que la mayoría de las que se suelen ver por esos lares, al menos para un servidor) iba el que sin duda alguna podría pasar como la reencarnación de Cuauhtémoc. Con todos los rasgos aztecas en su persona, este singular individuo pudo haber pasado desapercibido ante mis ojos, pero su vestimenta tenía algo que en él, la hacía de lo más estrafalaria posible. ¡El majadero osaba portar una camisa Nazi! Repito ¡NAZI!
Creo que no necesito explicar el por qué de mi asombro. Sinceramente les digo que me gustaría poner a este Juan Camaney en pleno barrio fascista, de esos que se mal acostumbran en el viejo mundo, para ver si sigue portando tan orgulloso la otrora esvástica egipcia.
Sin más por el momento, porque me crispa los nervios ver semejante muestra de irracionalidad, les dejo con lo que ha sido otra con el sello de: Made in Mexico.